GRANDES ARMAS MODERNAS,EL ACR HK G11

 ACR HK G11                                                                                                                                                                                                                                                                                    No es raro que por eso tres de las cuatro empresas participantes hayan pensado en un enfoque similar: idear una munición diferente, más veloz o más eficaz, pero que fuera utilizada en un arma bastante convencional en diseño interno y externo. Sin duda que por eso los grande avances logrados por el ACR fueron en materia de munición. 

Pero hubo una empresa que tuvo una idea diferente de la situación. Se trataba de la alemana Heckler & Koch, que había nacido de las cenizas de la segunda posguerra, de mano de un puñado de diseñadores sin trabajo. Esta empresa rápidamente se había hecho famosa por sus diseños innovadores, siendo una de las primeras en apostar por el diseño de armas con grandes cantidades de materiales sintéticos. 

El proyecto ACR de esta empresa fue sin duda el más novedoso y ambicioso. Pero no era una idea nueva, sino que provenía de algunos dilemas que ya habían sido enfrentados en el pasado. 

Sin embargo, una vez puestos a trabajar en el problema, tal vez ninguno de los encargador llegó a pensar que harían historia, poniendo de cabeza todos los conceptos sobre armas de fuego que existían en el mundo. 

Grandes armas modernas: ACR HK G11 

Los problemas del fuego automático



Todo comenzó cuando, en 1959, el Ejército de Alemania Occidental adoptó el fusil G3, cuyo calibre era 7,62x51mm OTAN. Este fusil derivaba directamente del primer CETME español (de hecho era casi idéntico), dato conocido por pocos. Sin embargo, los adelantos que se esperaban no fueron demasiados. Los militares se dieron cuenta de que, incluso con las marcadas mejoras que suponía el sistema de acerrojamiento por rodillos, propiedad de H&K, los fusiles como el G3 solamente daban una mejora marginal en las capacidades de combate. Los fusiles convencionales del resto del mundo no eran peores. 


Hacia principios de la década de 1960, el Instituto Battelle en Frankfurt, Alemania, hizo un estudio sobre los distintos mecanismos que podían ser usados para aumentar dramáticamente la probabilidad que tenía un tirador para golpear un blanco apretando solamente una vez el gatillo. Llegaron a sí a dos concluciones. 

La primera era la idea de la escopeta: lanzar un gran número de proyectiles instantáneamente. Pero había muchos problemas, entre ellos el gran culatazo, el gran tamaño de los cartuchos (que limitaba la carga útil de cada soldado) y el corto alcance y la baja capacidad de penetración.


La segunda idea, que sería adoptada por la H&K para el G11, era la de la salva, esto es, el disparo simultáneo de múltiples proyectiles, con una cadencia de tiro de al menos 2.000 proyectiles por minuto. Esto significaba ir mucho más allá de donde ningún arma había ido antes, redefiniendo totalmente el concepto de fuego automático. 

El problema con el fuego automático convencional es que, incluso siendo limitado a una ráfaga corta de pocos proyectiles, hace aleatorios los resultados sobre el blanco. Se sabe que si el primer proyectil de una ráfaga de un fusil de asalto convencional no alcanza el objetivo, la rotación natural del torso humano, siendo sometido al culatazo, hará que los proyectiles siguientes de esa ráfaga se desvíen hacia arriba o los costados del blanco. 

Entonces, lo que proponía la idea de la salva era elevar dramáticamente la cadencia de tiro del arma: incrementar la velocidad de disparo y al mismo tiempo la probabilidad de éxito. Una ráfaga de tres disparos podía así mejorar mucho las posibilidades en un combate a 300 metros o menos. 

Durante la Guerra de Vietnam, EEUU limitó la potencia de disparo de sus M-16, para evitar que los reclutas, nerviosos en el combate, gastaran demasiadas municiones. Nació así el concepto de ráfaga de tres disparos, que solucionaba algunos de los problemas del disparo automático, pero no hacía nada más que limitar el problema: no lo erradicaba. 

El problema era que los fusiles de asalto convencionales difícilmente podían subir su cadencia de fuego a una velocidad tan alta. Los mecanismos tenían que ejectar la vaina vacía como parte del sistema de recarga automática, y así era algo difícil superar la barrera de los 450-600 disparos por minuto, que es lo normal en cualquier arma de este tipo. A una cadencia de 450 disparos por minuto, una ráfaga de 3 disparos tarda 140 milisegundos. 





La primera propuesta para el G11


En 1970, el Departamento de Defensa de Alemania Occidental hizo un pedido para un arma realmente revolucionaria. Era una completísima lista de criterios de diseño a tener en cuenta para la creación de un arma que multiplicara las capacidades de los soldados alemanes en combate individual. Había comenzado la búsqueda de lo que luego se conoció como G11. La lista pedía lo siguiente: 

Largo total del arma: 750 mm 
Peso total incluyendo 100 cartuchos: 4,5 kg 
Cartuchos dentro del cargador: mínimo de 50 
Gran desempeño bajo condiciones realmente severas 
Alta probabilidad de golpear un blanco con ráfagas de tres disparos 
Alcance efectivo sin ajuste de miras, debido a la trayectoria plana del proyectil: hacia 300 metros 

Como se ve, no era nada sencillo, pero H&K comenzó a trabajar. Nadie sabía en ese momento que luego de casi dos décadas de trabajo, el diseño competiría también por ser el fusil de reglamento del ejército de EEUU en el programa ACR. 



Una munición radicalmente revolucionaria


Los expertos de la H&K atacaron el problema de raíz. Si el asunto era la baja candencia de disparo, había que elevarla a toda costa. ¿Pero cómo?: la respuesta era eliminar todo subproceso superfluo del proceso de disparo. Esto solamente podía lograrse ideando una munición totalmente original. 

Si la extracción y expulsión de la vaina vacía lentificaban el sistema, había que eliminar la vaina, completamente, de la munición. Había que crear una munición sin vaina, igualmente eficaz y confiable. Solamente así se lograría llegar a la barrera de los 2.000 disparos por minuto (3 proyectiles en menos de 60 milisegundos). A esta velocidad, el culatazo no podía ser percibido por el soldado hasta luego de que el tercer cartucho era disparado. Como consecuencia, los tres proyectiles golpearían casi el mismo punto, sin más resultados aleatorios ni desviaciones. 

Se trataba de una idea casi descabellada, evidentemente difícil y hasta peligrosa por los altos costos de experimentación derivados de un concepto tan nuevo, tan extraño. Pero se siguió adelante con la idea. 

El trabajo sobre el G11 había comenzado ya en 1969, y teniendo en cuanta los pedidos del gobierno alemán, la H&K planeaba tener el nuevo fusil para entrar en servicio hacia 1990. 

Pero para encarar semejante desafío hizo falta la unión de dos compañías especializadas, para atacar al problema desde dos frentes. Por un lado estaba Heckler & Koch, para el diseño del arma. Por el otro lado estaba Dynamit Nobel, para diseñar la munición. Juntas, estas compañías se conocieron como GHGS o Gesellschaft für Hülsenlose Gewehrsysteme (Corporación para Sistemas de Fusiles Sin Vaina). Luego se asoció también la empresa óptica alemana Hensoldt/Wetzlar, que fue la que creó el sistema de mira principal para el fusil. 

Entre 1981 y 1986, luego de muchos años de esmerada labor, se logró llegar al final del desarrollo de los cartuchos del G11. El proyectil fue encapsulado dentro de un prisma de pólvora, que está protegido por una laca especial (necesaria, obviamente, para poner a prueba de agua y del clima el propelente). Dicho propelente era también especial, ya que podía alcanzar cerca de 100 grados centígrados sin estallar. Esto parece ser que era para evitar que el cartucho encendiera solo, al introducirse en una recámara muy caliente. 

Cada cartucho tenía la cualidad extra de ser prismático, es decir, de sección rectangular, siendo más eficiente así en el uso del espacio dentro del cargador (comparado con los actuales cartuchos de sección redonda). 

Los cartuchos del G11, calibre 4,7 x 33 mm, miden 7,9 mm de ancho y 32,8 mm de largo. Pesan 5,2 gramos y el peso de la bala es de 3,2 gramos. Son, como se puede ver, un 40% más pequeños con los del calibre 5,56 mm. 

Tal vez una de las más publicitadas ventajas de la munición sin vaina y del G11 en particular fue la de poder cargar una cantidad enorme de munición. Fue uno de los más fuertes argumentos que parecen haber sido esgrimidos para lograr que el G11 ganara el programa ACR. Sobre todo teniendo en cuenta que los demás diseños, derivados en parte de sistemas convencionales, no parecían exceder la capacidad de sus "padres". Esto era especialmente cierto en cuanto al Steyr ACR, que apenas llevaba 24 cartuchos. 

No solamente la munición era más pequeña, sino que también era más liviana, ya que no tenía vaina de ninguna clase. Esto daba como resultado un ahorro impresionante en peso y espacio. Por otra parte, los cargadores se cargan con secciones de 10 cartuchos unidos, para evitar que la recarga manual sea algo demasiado tedioso. 

El cargador lleno de un G11 K2 tiene más o menos el mismo largo, pero la mitad del peso del cargador de 30 disparos de un M-16. La comparación es obvia, y más para un arma de mayor calibre como el G3 que estaban usando las fuerzas armadas de Alemania Occidental: 

arma

Calibre/Cartuchos por cargador/ 
Cargadores extras/Total disponible para el soldado


G11 K2

4,73 mm/ 45 (x3) */12/ 
675 cartuchos

M16 A2 (EEUU)

5,56 mm/30/7/
240 cartuchos

G3 A3 (Alemania Occ.)

7,62 mm/20/4/
100 cartuchos


Peso del conjunto 7,35 kg 
* el K2 puede llevar dos cargadores extras 
dentro del arma, además del que está en uso 

futuristas 

Esquema a color de la munición definitiva del G11. Como se puede ver, es un concepto totalmente revolucionario, que costó décadas pulir y llevar a la práctica. El G11 y su munición es, probablemente, el proyecto armamentístico más largo de la historia, aunque no sea el más caro. 



Más sorpresas


El lector que haya llegado hasta esta parte, y no conozca nada del G11, se habrá sorprendido mucho al saber qué tipo de munición utiliza. Pero aquí no terminan las sorpresas: hay una más que destaca y no por nada. 

Si ya ha visto las fotos del G11, se preguntará: "¿dónde está el cargador?" Muy sencillo: sobre y paralelo al cañón. 

Simple como eso: el G11 tiene su cargador de munición sin vaina justo arriba del cañón, en posición horizontal. Se trata de un cargador de una sola fila, bastante largo comparado con los convencionales. Los cartuchos estan cabeza abajo, y así entran en el bloque de la recámara, mirando hacia el piso. Luego, se voltean 90 grados, en la posición normal, y son disparados. El retroceso hace que se cargue otro proyectil en la recámara. 

Una ráfaga de tres disparos se realiza a una cadencia de 2.200 disparos por minuto, pero el usuario solamente siente el retroceso provocado cuando el tercer proyectil ya está en el aire. Sin embargo, el disparo totalmente automático tiene una cadencia normal de entre 400 y 600 disparos. 

A pesar del mecanismo rotativo, que pareciera ser más lento, el G11 dispara tres proyectiles en cerca de 60 milisegundos, comparado con los 130 que consume cualquier otro fusil de asalto convencional. Esto hace que, como se esperaba en la idea de la salva, se reduzca mucho el azar en el disparo en ráfaga. Así se logra un aumento impresionante en la probabilidad de impacto, hasta los 100 metros. Esto sería imposible con otro tipo de arma. 

Como se ve, el G11 es un diseño que deja atrás a todo lo que se pensaba del un fusil de cualquier tipo. El cargador está adelante, en forma horizontal. La munición no tiene vaina, y puede ser disparada con una precisión envidiable gracias a un mecanismo rotatorio. Por si fuera poco, derivado de esto, tenemos la palanca de montar, que ya deja de ser una palanca y pasa a ser más bien una perilla que rota, haciendo que el mecanismo tome un cartucho del cargador. 

El G11 tal vez sea un diseño poco carismático, hasta feo, pero es sin duda uno de los más grandes hitos en la historia de las armas personales. Sencillamente ponía de cabeza todas las ideas preestablecidas sobre el diseño de armas. Los expertos de la Heckler und Koch habían demostrado nuevamente que eran los líderes en introducir nuevas ideas al mercado, ideas totalmente revolucionarias y aparentemente descabelladas. 

Grandes armas modernas: ACR HK G11 



El G11 K2


Las pruebas finales efectuadas por soldados y técnicos en el Ejército de Alemania Occidental comenzaron en 1988. Sin embargo, desde 1950, los primeros prototipos del G11 fueron evaluados contra el famoso G3. 

armas 

Entre 1988 y 1989, el Ejército de Alemania Occidental hizo pasar a un total de 15 unidades del G11 a través de una terrible serie de pruebas. Se dispararon más de 40.000 cartuchos. Soldados de infantería, de tanques, paracaidistas y unidades de reconocimiento evaluaron al G11 como un posible reemplazo del G3, mientras los técnicos del Centro de Municiones de Aachen llevaban a cabo durísimos exámenes del arma y la munición. Se testeó la precisión, resistencia, confiabilidad y seguridad de los dos elementos. Los fusiles fueron disparados después de ser congelados, cocinados, sumergidos en agua salada y enterrados en barro, para determinar su resistencia a las condiciones más extremas imaginables. También la munición fue objeto de estas pruebas: se las expuso a calor, solventes, humedad y grandes impactos, para asegurar que fueran lo suficientemente robustas para soportar el uso militar. De hecho, se llegó a extremos tales como lanzar una caja de municiones desde un avión en vuelo. 

Como se ve, las pruebas sobre el G11 fueron muy numerosas. Según se dice, los reclutas alemanes que usaron el G11 lograron un desempeño 50% mejor que con el G3, o sea, lograban un 50% más de impactos. Esto quiere decir que, a pesar de la rareza del diseño y de la figura poco ortodoxa, los reclutas que entraban sin experiencia previa aprendían a usar más rápidamente el G11. 

Sin embargo, los diseñadores no se quedaron contentos. Debido a estas pruebas se realizaron cambios en la munición y el arma. Así se llegó a idear el G11 K2 (o Segunda Configuración). Este modelo incorpora varias modificaciones adicionales ausentes en el primer prototipo. Se mejoró el sistema mecánico de funcionamiento, así como el diseño ergonómico del fusil, lo que permite ver las diferencias en el exterior. Todo basado en las anotaciones y recomendaciones de los soldados. 

Pero lo más importante fue el cambio hecho al receptor del arma. El G11 tenía un cargador de 50 cartuchos, con una mira no desmontable 1:1. El G11 K2 usaba un cargador de 45 proyectiles, pero tenía la capacidad de llevar dos cargadores más a los costados del que estaba en uso, por lo que se puede ver, metidos en la misma culata. Esto era una perfecta idea para aumentar aún más la capacidad de carga. Los cargadores se cambian fácilmente debido al ingenioso diseño del sistema. 

El K2 tenía, además, un riel para una mira con 3,5 aumentos o de visión nocturna. También se le agregaron miras fijas de emergencia, moldeadas dentro del material plástico, por si la otra fallaba, algo de lo que carecía el modelo previo. Los diseñadores habían confiado en la robutez de la mira anterior, pero por si acaso, se pensó en tener unas de emergencia. Se añadió también la posibilidad de llevar una bayoneta, un bípode y una mira laser. 



El G11 en el ACR


Tal parece que después de un año completo de pruebas y ensayo, el desempeño del G11 en dicho programa fue sobresaliente. No hubo fallos mayores ni en las partes ni en el conjunto. Se probaron, al igual que en el caso alemán, 15 unidades, y ninguna falló. Recordemos que un total de 46 tiradores del Ejército y la Fuerza Aérea de EEUU, gastaron tres semanas disparando cada uno de los prototipos. El G11 fue alabado por su precisión en el modo semiautomático, tanto en corto como en largo alcance (300-600 metros), al igual que por su facilidad para empeñar objetivos y su facilidad de uso. 

G11 

Se pudo ver que los tiempos de mantenimiento y de desarme en el campo eran marcadamente menores que los de los otros candidatos, al menos en las manos del personal de prueba. Esto se debe al hecho de que la munición sin vaina no deja casi ningún tipo de suciedad en los mecanismos, pero también al hecho de que hay solamente cinco partes que pueden ser removidas por el operados en el campo (esto es, sin herramientas), comparados con las 10 de fusiles como el M-16. El G11 también recibió muchos puntos por su confiabilidad, facilidad de manejo, retroceso mínimo en modo semiautomático, y por su cargador con gran capacidad. 

La H&K decidió presentarse al programa ACR, y sin duda su prototipo era el más adelantado de los cuatro. El G11 probado por el gobierno alemán era diferente al presentado para el programa ACR solamente en un punto: el sistema de mira. El G11 alemán tenía una mira óptica de 1X dentro del asa portafusil, como la mayoría de los nuevos diseños europeos. Sin embargo, el sistema parece haber sido más completo en el modelo para exportación. 

El H&K-ACR utiliza un sistema óptico de mira diseñado para los alcances de entre 25 y 600 metros. Con la simple excepción anterior, no hay ningún otro tipo de diferencia entre los dos modelos. 

Hubo una confusión en cierto momento, ya que parecía que los dos prototipos usaban munición de distinto calibre. Pero en realidad no hay tal diferencia. Lo que sucede es que en Alemania, el calibre se mide desde la parte más alta de las estrías (4,73 x 33mm), mientras que en EEUU se mide desde la parte más baja de las estrías (4,92x33mm). Además, la longitud de los cartuchos es la misma también, pero en EEUU se usa la longitud de la recámara para describir al cartucho. 

Grandes armas modernas: ACR HK G11

¿Por qué no está el G11 en servicio?


Seguramente es la pregunta que la gran mayoría de los lectores se está haciendo en este punto. ¿Por qué este arma tan revolucionariamente eficaz no fue adoptada por Alemania, EEUU y otros países de la OTAN? 

No hay una sola respuesta, como en ninguno de estos casos tan complicados. 

Si el G11 hubiera ganado realmente el programa ACR, cumpliendo todo lo que se buscaba, desde hace unos años hubiera sido designado como el fusil de asalto reglamentario de EEUU. Esto no pasó, ¿pero por qué? 

Algunos pueden acusar a los responsables de tener un trato diferente del arma por ser de diseño extranjero. No es nada nuevo el hecho de que las filosofías de diseño de armas portátiles siempre han sido muy diferentes en Europa y EEUU. 

¿Influyó esto en la decisión de no aceptar el G11, de diseño completamente alemán? Puede ser, pero hay que tener en cuenta un detalle: el G11 no ganó porque no cumplió una expectativa tal vez demasiado elevada. Pedir un salto tan grande al sucesor del M-16 tal vez fue un error. El G11 ciertamente mejoraba las cosas, y las autoridades estadounidenses pudieron haberlo aceptado, haciendo una excepción o al menos extendiendo los plazos del proyecto para dejarlo madurar todavía más. 

El problema que podía plantear el uso de una munición totalmente nueva era compensado por las grandes ventajas que proponía; por otra parte es de sentido común pensar que los organizadores del ACR sabían que vendrían nuevas municiones y estaban esperando justamente eso. Es un problema logístico enorme el tener que comenzar a diseñar una munición nueva, pero tan nueva, que revoluciona todo lo que se sabe sobre armas. Pero podía haberse hecho de haberse querido. 

Pero dejemos de lado el problema de EEUU; digamos que otra nación pudo haber adoptado el G11. ¿Por qué no se hizo? Por varias razones. Primeramente, las naciones europeas, tal vez las únicas potencialmente interesadas, tenían fusiles de asalto más nuevos que el M-16, más modernos, mejores y que habían costado mucho dinero para ser desarrollados y puestos en servicio. Hubiera sido un desperdicio, sobre todo teniendo en cuenta que la Guerra Fría ya había terminado para cuando el G11 estuvo listo. No se veían en el futuro inmediato grandes campos de batalla en donde esta arma pudiera demostrar su superioridad. En este caso fue una decisión lógica. 

El dato más importante en este punto, y esto también va para Estados Unidos, es el hecho de que para cuando el G11 llegó a ser una realidad operativa, el gran enemigo del capitalismo occidental, la Unión Soviética, ya no era una amenaza. Terminada tan abruptamente la Guerra Fría, sucedió lo que sucede siempre luego de una guerra: los presupuestos para armamento bajan, y la decisión para comprar armamento nuevo cae en una proporción directamente proporcional a lo innovador y novedoso que sea el armamento. Aunque los militares lo sigan queriendo, la sociedad entera prefiere gastar el dinero en cosas más constructivas. 

Llegamos entonces a lo más pequeño: ¿por qué no fue adoptado por Alemania? Después de todo, ¿el desarrollo del G11 no comenzó mucho tiempo atrás, pedido por el mismo gobierno alemán? 

Tal parece que el gobierno alemán estuvo a punto de tomar al diseño de la H&K como su fusil de asalto oficial. A comienzos de 1990, el Ejército de la entonces Alemania Occidental dejó ver sus conclusiones oficiales. Según estas, el fusil había cumplido todos los requerimientos hechos por los técnicos y los soldados en las evualuaciones: el G11 estaba listo para ser puesto en servicio. Sin embargo, el decreto oficial se demoró temporariamente al principio. 

En ese momento, el panorama internacional no estaba muy firme. Las dos Alemanias se reunificaron, lo cual no sólo costó mucho dinero, sino que además creó incontables problemas del tipo burocrático, gubernamental, político, económico y, por supuesto, militar. Hacía falta mucho peso político como para decidir la compra de un fusil que, aunque muy testeado, haría necesario cambiar todas las fábricas de municiones, haciendo en ello una inversión multimillonaria. Porque, por supuesto, hacía falta MUCHO dinero, algo que en ese momento Alemania no tenía. Una vez más, lo ilógico y peligroso hubiera sido comprar el arma, teniendo en cuenta todos los problemas mucho más urgentes que afrontaba dicho país. 

Esfuerzos por parte de los diseñadores no faltaron, claro está: el objetivo era vender el arma. Por lo que se sabe, la empresa H&K estuvo a punto de quebrar debido a los enormes gastos de desarrollo, y luego de propaganda, hechos en torno a su genial invención. Se había invertido una cantidad terriblemente grande de dinero en algo que luego no pudo ser vendido ni a EEUU ni a Alemania, que eran los dos gobiernos que lo habían solicitado. Durante décadas se había tirado dinero a un pozo, con la esperanza de que ese pozo lo devolviera con creces. En el momento cúlmine de su victoria tecnológica, la irónica realidad era que la empresa alemana no podía vender su mejor diseño. 

Por suerte para muchos, la situación pudo ser revertida. El Ejército Alemán aceptó poner en servicio otro diseño de la H&K, el G36, que es un excelente fusil de asalto convencional, que cuenta con grandes ventajas en muchos puntos. Esto, entre otras cosas (como el contrato para la pistola SOCOM) permitió que H&K volviera con seguridad a competir en el mercado. 

Las siguentes preguntas son: ¿resurgirá algún día la idea del G11? ¿Será uno de esos casos en los que unos cuantos visionarios se adelantan demasiado, pero que luego son recompensados con la fama que antes era secreto? ¿Veremos al G11 y otros diseños que utilicen munición sin vaina en el futuro? 

Tal parece ser que el G11 está listo para entrar en acción. Tal vez veamos otro diseño externo, pero el corazón del arma será propiedad de H&K. Solamente hace falta la firme decisión, tomada en algún momento especial, de un gobierno importante que le pida a esta empresa alemana su mejor diseño. Uno que le permita dar un salto hacia el futuro, estando en el presente. 

modernas 

Calibre 4,73 x 33 mm 
Largo total 750 mm 
Ancho 74 mm 
Alto 295 mm 
Peso c/2 cargadores llenos 4,3 kg 
Largo del cañón 540 mm 
Estrías vuelta hacia la derecha en 155 mm 
Velocidad de salida 930 m/s 





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