LA artillería argentina en Malvinas los 155"

04 de nov 2014


Los cañones de 155 mm en Malvinas


Durante mucho tiempo la principal pieza de artillería del Ejercito Argentino fue el cañón Schneider Modelo 1929 L30 de 155mm y un reducido numero de M-114 a estos se les unió a fines de los años sesenta un cierto numero de piezas auto propulsadas AMX Mk.F3 de 155mm-

Los cañones de 155 en Malvinas.


Para reemplazar todas las piezas remolcadas de 155mm el Instituto de Investigación Científica y Técnica de las Fuerzas Armadas (CITEFA) diseño una nueva cureña que pudiese adaptarse a la sección superior (Tubo, Cuna, Sistema de Reposo y Equilibradores) del cañón SOFMA que equipa a los AMX Mk.F3, es así que nace el cañón L33 X1415 CITEFA Modelo 77 de 155mm el cual luego de ser probado por el EA es aceptado como pieza estándar.

El cañón del Modelo 77 mide 511 cm de longitud y dispone de un freno de boca de doble deflector y un mecanismo de cierre de tornillo, el afuste esta fabricado en acero soldado y contiene los mecanismos de dirección y de alza, los primeros se hallan en el interior de la sección mas baja formando la conexión con las muñoneras de la cuna y la cureña, esta es de tipo bimástil y de construcción sólida, cada mástil de remolque esta previsto de una pequeña rueda con cubierta de caucho que ayuda a la pieza a emplazarse y en el extremo de cada mástil aparece un arado.

Cuando la pieza se halla en batería el tren de la cureña se eleva ligeramente del suelo y la pieza se apoya sobre una base de acero enforma circular unida a la cureña mediante una rotula, esta sirve para equilibrar el emplazamiento en terreno abrupto cuando la pieza es remolcada se eleva la base, obteniéndose una luz sobre el suelo de unos 30 cm.


Características del Cañon L33 CITEFA Modelo 77 de 155mm
Fabricante: Fabricaciones Militares Cartucho: 155mm
Alcance maximo: 20 km
Longitud del tubo: 9,40 mts
Longitud Total de la pieza: 10,12 mts
Altura total de la pieza: 2,20 mts
Despeje del suelo: 0,28 mts
Ancho Total: 2,67 mts
Ancho total en bateria: 6,70 mts
Peso del proyectil: 43kg
Alcance Efectivo: 20.000 m (con munición normal) 24.000 m (con munición especial)
Peso del Material en orden de marcha : 8.200 kg
Peso de la masa oscilante: 4.400 kg
Campo de tiro vertical:-5° a + 67°
Campo de tiro Horizontal: 70°(+35°)



En la tarde del 13 de mayo de 1982 , aterrizaba en Puerto Argentino un C-130 Hercules de la Fuerza Aérea Argentina, luego de un prolongado vuelo rasante sobre las olas del mar burlando el bloqueo.
Al abrirse la compuerta de la bodega de la aeronave, no fue poca la sorpresa.
Se asomaba la boca de una mole impresionante: era un cañón remolcado Sofma, calibre 155mm L33 Modelo 1977, del Ejército Argentino.

Tres días después, y con la pista de aterrizaje totalmente a oscuras, llegó otro Hercules con una segunda pieza
La pieza había sido concebida y desarrollada en Argentina por Citefa durante la década del setenta, y producida en la Fábrica Militar de Río Tercero, en la provincia de Córdoba.Tenía un alcance máximo de 20 kilómetros, con munición convencional de 43 kilos.

Se decidió su emplazamiento en los alrededores de Puerto Argentino, sobre el camino que pasaba por Sapper Hill, al abrigo de su ladera nordeste.
El peso del cañón (8500 kilos) y la ausencia de caminos adecuados provocaban su hundimiento en la esponjosa turba malvinense. Ello causaba grandes limitaciones en su movilidad, requiriendo un mayor trabajo y la utilización de una retroexcavadora para lograr el emplazamiento de las piezas en su posición, a unos 150 metros una de otra.
Debido a los ataques de la aviación argentina que ya causaban serias perdidas a la Royal Navy , las incursiones de bombardeo naval se realizarían sólo por la noche, lejos del alcance de la artillería terrestre y sin la molestia de las aeronaves argentinas, imposibilitadas de operar en misiones de ataque naval nocturno.

Transcurrían las noches, y la guarnición argentina sufría el constante martilleo de los proyectiles británicos.
Cada buque tenía un cañón automático de 115 milímetros, con capacidad para efectuar 80 disparos por minuto.



El 13 de mayo de 1982 , pasadas las 23:00 hs, el jefe de la pieza recibió la información sobre la aparición en el radar de un eco sobre el mar.
Era un buque que navegaba hacia el circuito de tiro cerca de la costa para cumplir con su rutinaria tarea de bombardeo naval contra las posiciones argentinas, confiado en la ausencia de respuesta.

Esa noche se equivocaría. Con los datos suministrados por el radar se establecieron la distancia y el ángulo de dirección para el disparo que, sumado a la velocidad del buque y el tiempo estimado en que el proyectil llegaría al blanco, permitiría preparar la pieza para abrir fuego. La munición era escasa, por lo que los artilleros argentinos no podían permitirse fallar.

Cuando el incursor se encontraba a unos 18 km de distancia, el silencio de la noche se quebró con el hasta entonces desconocido estampido del disparo del Sofma.
Para sorpresa de la desprevenida tripulación, los impactos cayeron cerca del buque. Si bien no causaron daño, lograron el efecto esperado. Abruptamente la nave viró con rumbo opuesto, alejándose a toda velocidad
En la noche del 17 de mayo se repetiría la acción. A las 22:50 hs, el radar recibió un eco ubicado a unos 30 km de la costa. Pocos minutos después aparecieron en la pantalla dos ecos más, que se aproximaban a gran velocidad en dirección a la costa. Ahora se contaba con un segundo cañón.
Los buques comenzaban a realizar el habitual circuito de carrusel para el bombardeo naval.
Los artilleros argentinos concentraron el fuego sobre uno de los blancos. Con los primeros impactos sobre el agua, los tres buques repitieron la desesperada maniobra, alejándose velozmente del lugar. Ya no se acercarían más impunemente.
Había comenzado un duelo personal entre los buques ingleses y la artillería argentina.
A principios de junio, con la infantería y artillería británicas aproximándose desde el oeste sobre el perímetro defensivo de Puerto Argentino, los Sofma recibieron una nueva tarea.
Durante el día debían apuntar sus bocas de fuego en dirección a los cerros que comenzaban a ser ocupados para el avance final sobre la capital isleña.Así, en varias oportunidades efectuaron disparos sobre los montes Kent y Wall, atacando posiciones de artillería, infantería y puestos de observación enemigos.
Los efectivos británicos rápidamente aprendieron a distinguir el zumbido de la munición de 155 mm aproximándose, y a hundir sus cabezas en la turba apenas lo escuchaban.
Los intentos para silenciar la molesta artillería argentina fracasaban uno tras otro.
Las tropas enemigas recibían su castigo mientras intentaban avanzar sobre Monte Longdon, Dos Hermanas y Monte Harriet
Uno de los cañones quedo dañado en un ataque de los aviones Sea Harrier ingleses.
Tales fueron los perjuicios ocasionados, que el enemigo, en una arriesgada y desmesurada acción, expuso, durante los últimos días de combate, una escuadrilla de aviones Harrier para silenciarlos.
El asalto final sobre Puerto Argentino se aproximaba. Los duelos de artillería eran incesantes.
A los Sofma se les sumaban los obuses Otto Melara de 105 mm, pero las piezas inglesas quedaban fuera del alcance de los proyectiles argentinos.
Ello hacía muy arriesgada la situación de los artilleros, obligándolos a cambiar su posición permanentemente para evitar ser alcanzados.
Pero la munición les estaba escaseando.
El último vuelo en entrar a Puerto Argentino en la noche del 13 de junio llevaba en su vientre una última pieza de 155 mm. Tal vez, un intento desesperado para prolongar el desenlace final.

La Batería, aún en inferioridad de condiciones, combatió estoicamente hasta la noche del 13 de junio en que se acallaron sus bocas de fuego luego de consumir totalmente la munición.
Las tropas inglesas ya estaban en las afueras de la capital y esa última noche los artilleros argentinos callarían finalmente sus cañones.
Dispararon hasta agotar su munición.En la mañana siguiente se produjo el cese del fuego.El último cañón no alcanzó a ser emplazado y quedó estacionado en una de las calles de la ciudad.
Los artilleros sacaron de sus piezas los blocks de cierre, enterrándolos en la turba, en un intento para inutilizarlas.
No fue poca la sorpresa de los ingleses al constatar la escasa cantidad de cañones Sofma que tantos dolores de cabeza les habían ocasionado.
Cualquier inglés que hubiera experimentado la sensación de quedar bajo el fuego de los 155 mm, con sus esquirlas y explosiones, aún los recuerda con respeto. La reputación que por estos cañones nació entre las tropas de elite inglesas los llevó a conservarlos como trofeos.
Las piezas de artillería cordobesas que fueron trasladadas a las islas se convirtieron en un arma clave para las tropas argentinas y se ganaron el respeto de los ingleses; hoy una de ellas ocupa un lugar en el Museo de los Paracaidistas de Aldershot, cerca de Londres.

El "Gran Berta", como se los denominó afectivamente, hizo sentir sus gritos durante las duras noches heladas de Puerto Argentino
Las tropas británicas enfrentaron a una dura artillería de 155 mm, que dejó tirados a heridos y muertos, pertenecientes a las unidades de asalto".
Laurence Charles, corresponsal de guerra del The Daily Telegraph.


"Los cañones argentinos que estaban situados alrededor de Stanley, seguían causando estragos entre las posiciones británicas. Son unos cachorros endemoniadamente malos y desagradables. Te escupen un proyectil y estonquea toda la zona".
The Sunday Time Insight Team, Una cara de la moneda, La Guerra de Malvinas, Editorial Hispamérica, Buenos Aires, 1983, Pag 377.


"Los proyectiles de los cañones calibre 155 mm se distinguían de los proyectiles de los obuses calibre 105 mm y de los morteros de 120mm por su fuerte tronar. Cuanto antes tuviera lugar la siguiente fase era mejor, pues menos tiempo debieran mis hombres permanecer bajo el fuego de la artillería argentina".
Thompson Julian, No Picnic, Leo Cooper in association with Secker and Warburg, London, 1985, Pag 165.

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